Para una persona como yo, la que a lo largo de su existencia ha
tenido raciones modestas de lo que verdaderamente quiere, una idea tan
ambiciosa perturba. Mi situación actual me permite soñar, que verdaderamente
conseguiré algo mucho mejor de lo que ahora tengo, de lo que ahora me ofrece la
vida, lo que asalta mis ojos diariamente, mientras me mantengo en la posición
de que no es lo que quiero.
Soy una mujer
realizada profesionalmente, llena de vigor y salud, con una labrada condición, que deviene no de casualidades, sino de la demarcación diaria de mis
propósitos desde que tengo uso de razón. He hecho mi vida a pulso y he sabido
sortear cada dificultad que me ha puesto la vida. Ninguna me ha perneado a tal
punto que haya alterado mi esencia. Vaya yo a saber por qué, teniendo en cuenta
que ciertos acontecimientos han sido bastantes transcendentales. Lo cierto es
que me siento llena de ansias por conseguir a alguien lo suficientemente bueno
que me complemente a cabalidad.
Indudablemente la motivación externa me
incita; palabras de halago y adulación de aquellas personas que me profesan
cariño sincero me hacen imaginar que si puedo obtener lo que deseo con tanto
ahínco.
He dejado mi
relación, llena de altibajos pero de innegables momentos de
felicidad, no sé en qué momento perdí la ilusión por mi noviazgo, el que con el
trasegar del tiempo se tornaba aún más formal, lo soñado por una mujer racional
como yo. Pero la aterradora idea de que no funcionara como mostraba serlo según
lo vivido en los últimos meses, gracias a mi venenosa apatía y a las
decepcionantes actitudes de mi pareja, terminaron por hacerme saltar al vacío.
Siempre, en
cualquier estadio de mi vida, he soñado con el verdadero amor, el perenne, el
mágico, el inagotable. Sentí vivirlo al lado de mi ex novio, lo juro, pero de mi
parte todo ello se fue derritiendo por los calurosos momentos que no fueron tan
agradables y la zona de confort que te permite desinteresarte por mantener viva
la llama del amor. Si, sentirme adorada en forma descomunal, un tanto alocada,
en términos patológicos por cierto, tuvieron verdadera incidencia en mi confusa
situación. Ahora se conjugan demasiadas sensaciones, entre ellas, la culpa
concurrente en este tipo de momentos, en la que pudiera apelar a mi sensatez y
retrotraer las cosas a aquel momento en que sigo con mi relación y planes de
unificar residencia y vidas, con un valor agregado, el incierto espíritu de
cambio que invade por estos días el alma de mi adorado por haber entendido,
según su dicho, que parte del deterioro de la relación obedeció a su accionar.
O, seguir en mi necio afán de encontrar algo aún mejor, lo que también envuelve
una incertidumbre atroz, mucho más si recuerdo que mi vida amorosa se ha
caracterizado, por la entrega desaforada de mis más puros sentimientos, a
quienes bajo un gusto aparente ofrecen migajas o raciones de amor
insuficientes.
El temor
invade cada célula de mi ser, en momentos de silencio y pensamientos muy
íntimos, arribo a conclusiones y me propongo a mí misma posibilidades, las que
tendrán lugar en días siguientes, pronto o tarde llegarán y me pondrán en la
encrucijada de admitir los errores garrafales que pudieran constituir mis
actuales decisiones o aliviar mi alma de entender perfectamente valederas todas
las cosas hechas hasta ahora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario